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lunes, 7 de julio de 2014

CARTA A MI ESPOSA




En principio
yo era la indiferencia,
a galope iba
por el desaliento de la vida
arañándome con las ramas bajas
por la abatida del bosque,
cayendo y levantándome
una y otra vez.

En principio,
todo sabía a noche,
era un alma solitaria,
atormentada,
atrapada en los cepos que me da la vida,
alguna espada que cae a destiempo,
una sombra desorientada,
una burlesca silueta en cualquier parque.

Pero entonces vi en tus ojos
la cegadora luz del amanecer,
ojos verdes que iluminaban
un sendero nuevo, hacia una vida nueva.

Y se hizo el verbo,
y sentí tu voz de cristal
delante de tu sonrisa púrpura.
Respiré el aire, aspiré tu aroma,
no vaya a ser que fueras un sueño
de agrio despertar.

Después fue la escritura
la que afianzó la red,
cartas girando en ambas direcciones
como girasoles buscando el sol,
como nenúfares desplazándose en el río
para reposar en nuestros sedientos buzones.

Y el verbo y la palabra escrita
se hizo carne.
El amor
surgió de los hechos previos.
Escondidos de los demás
fue el beso al encuentro de tus labios,
ávidos de una primera vez.

Dieciséis años después
aún amaneces a mi lado,
alma gemela, quizás también en otra vida,
distintos horizontes y distintas formas crípticas
de ver la vida, o la destrucción.
Diezmos de palabras,
o el silencio
largo y doloroso.

©GuillemSenent. A mi esposa en nuestro dieciséis aniversario de boda. 13/01/2012

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