Terrible
es
la danza del fuego que deja la tristeza.
Mi
corazón
desciende a
los abismos de las cloacas,
mientras
mi alma claudica.
Ruidos
de cuchillos sesgan mi frente
ante
un tristísimo día
a
pesar de los verdes altiplanos
donde
hoy la hierba no crece, no.
Árboles
siniestros crean
mi
paisaje de un clamor de amor.
Hoy
hay nido
para
albergar tanto dolor,
ni
brazos llenos de amor
para
calmar mi desasosiego.
Hoy
soy protagonista del libro
que
jamás ha de acabar:
la
tinta vencida gotea de sus páginas
derribando
lápices, sueños,
y
su negra sangre
abríame
de nuevo las heridas.
En
el rojo campo de batalla
un
exterminio de corazones hubo,
todos
diseminados, negros,
perecidos
a mi vida.
Tristeza
que te elevas
a
todos los altares;
incluso
una pesadilla
puede
ser alegre a tu lado,
porque
no hay más horizonte
que
tu sombra acechándome con la guadaña.
Guillem
de Senent. Todos los derechos reservados. 28/09/2012
Muy bellos tus versos, con hermosas metáforas, ritmo que arrastra a leerlos. Felicidades. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, Ana María. Mi intención es que los lectores y yo disfrutemos juntos del mundo de las palabras.
ResponderEliminarFluye con el ritmo de agua de manantial
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