Soy
como un ermitaño en busca de amor,
casi
como un monicaco, demandándolo,
así soy, un corazón encogido,
herido
en el alma y con las manos agrietadas ,
mi
rostro patente máscara pegada a mi piel.
En
una habitación perdida en la gran urbe
elegí
mi existencia
envuelto en
ventanas abiertas y moscas rodeándome.
Una
desnuda bombilla en suave balanceo
alumbraba
mi máquina de escribir y mi pitillo.
Pero
aún me queda
como
que un latido que otro,
ando
sobrado de ellos
para un amor que no llega,
y
si llega, que me lleve de la mano, me susurre una palabra,
me
embelese y me llene como agua al cántaro.
Guillem
de Senent. 15/08/2012. Todos los derechos reservados
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