Quisiera beber de tus sueños
aún
sin fuerzas para afrontar
la
peor de tus pesadillas; mi meta
es
estar en tus oníricos pensamientos,
no
como hombre desolado,
sólo
como hombre niño
falto
de ternura
sin
regazo en qué llorar,
ni
pecho en el cuál pensar,
ni
más aire que respirar
que
no sea el que respires tú.
Accedí
a tu submundo, sólo por amor,
pero
quedé atrapado en tu pecado,
entre
tus muslos cohabité
enlazando
cada vello íntimo
cayendo
en la trampa de la noche más oscura.
Fuimos
dos cuerpos lacerados
fundidos
el uno dentro del otro, sin amor,
ni
pequeño, ni grande,
simplemente
vacíos, exangües,
obtusos,
inertes, ríos secos,
alamedas
desiertas...
El
alba de nuevo nos vuelve a la realidad, la cotidianidad,
al
páramo de equivocaciones, a distintos caminos,
nos
vestimos con distintas máscaras,
cada
cual gira por su lado.
Otra
noche quizás pequemos de nuevo
arrastrándonos
al blanco lecho
que
todo lo consuma, hasta el alma,
saciando
el apetito voraz
de
los adultos amantes.
Guillem
de Senent. Todos los derechos reservados. 06/09/2012
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